En la última edición del ESET Security Report las empresas de América Latina manifestaron que sus principales preocupaciones a nivel de ciberseguridad son el robo de información y el acceso indebido a sus sistemas, además de los códigos maliciosos. Lo cierto es que los cibercriminales se valen de distintas alternativas para realizar estas actividades maliciosas, desde aprovechar bases de datos mal configuradas, técnicas de ingeniería social para engañar a empleados y obtener información o acceso, vulnerabilidades en tecnologías que utiliza la organización o algún proveedor, o el uso de credenciales débiles y fáciles de descifrar, etc. Por lo tanto, si bien el ransomware es un tipo en particular de malware que despierta preocupación a las organizaciones por el impacto económico y a la reputación, no es la única forma de amenaza informática dirigida a las organizaciones.

No nos olvidemos que salvo los ataques que tienen como objetivo realizar tareas de espionaje, la principal motivación de los actores de amenazas es obtener un beneficio económico, por lo que buscarán la forma de monetizar sus ataques, ya sea mediante la extorsión, venta de datos en el mercado clandestino de la dark web u otra forma.

1. Filtración o exposición de datos

La filtración de datos se da como consecuencia de un acceso indebido a los sistemas de una organización. Una vez dentro de la red algunos actores de amenazas más sofisticados logran permanecer lejos de los radares de detección para realizar tareas de reconocimiento, buscando información sensible para robar o incluso intentando escalar privilegios para acceder a información más crítica y de mayor valor. Las formas de acceso inicial a los sistemas de la víctima varían, ya que los atacantes pueden utilizar distintos vectores para su cometido.

Más allá de que la filtración o exposición de información sea como consecuencia de algunas de las amenazas que describiremos más abajo en este artículo, como puede ser un ataque de phishing que descargue un malware o mediante ataques de fuerza bruta, las filtraciones se dan también por errores humanos, como configuraciones indebidas de bases de datos o debido al acceso de alguien interno a la organización que tenía permisos innecesarios y que por error o deliberadamente compartió información sensible. Algo similar ocurre con los dispositivos físicos robados que contienen información sensible o accesos.

Por otra parte, un ataque a un proveedor podría provocar la exposición de datos de la organización, y la seguridad de este proveedor es algo que está más allá del control de la empresa, pero es un riesgo que se debería tener presente a la hora de evaluar la seguridad de la organización.

2. Ataques de fuerza bruta

Como mencionamos en el punto anterior, una de las formas más comunes que utilizan los cibercriminales de acceder a los sistemas de una empresa es a través de ataques de fuerza bruta. Los actores maliciosos utilizan esta modalidad con el objetivo de descifrar credenciales débiles de servicios expuestos a Internet para así lograr acceso a la red de la víctima y luego llevar adelante otra acción maliciosa, como robar información o desplegar malware.

Existen distintos tipos de ataque de fuerza bruta, como los ataques de password spraying o de credential stuffing, entre otros. Para ello los ciberdelincuentes se valen de software, hardware y de bases de datos (desde diccionarios, contraseñas más comunes, hasta credenciales filtradas en brechas pasadas) que les permiten de manera automatizada probar combinaciones de usuarios y contraseñas hasta dar con credenciales válidas para determinados servicios. Es importante tener presente que el uso de contraseñas débiles es una práctica común y difícil de erradicar, y esto es algo que los atacantes lo saben y por eso a lo primero que apuntan es a descifrar contraseñas cortas de entre entre uno y siete caracteres.

Por otro lado, con la adopción del trabajo remoto e híbrido a raíz de la pandemia los ataques de fuerza bruta crecieron exponencialmente, principalmente por grupos de ransomware, pero también por actores maliciosos que buscan desplegar otro tipo de malware o incluso backdoors, los cuales permiten la comunicación remota del atacante con el sistema comprometido.

3. Ataques a la cadena de suministro

Otra amenaza que debe ser considerada por las organizaciones, sobre todo a la hora de evaluar la capacidad de resiliencia, es la cadena de suministro; es decir, si están lo suficientemente preparadas para enfrentar las consecuencias de un ataque a un proveedor cuya gestión de la seguridad está más allá de su perímetro.

En 2021 se registró un crecimiento de los ataques a la cadena de suministro. Muchas veces estos ataques se realizan aprovechando vulnerabilidades existentes en proveedores de software que utilizan las compañías y los actores maliciosos distribuyen, por ejemplo, una actualización maliciosa o una app que deriva en el compromiso de los clientes de este proveedor. Esto les permite a los atacantes tener un alcance mayor en comparación con un ataque dirigido a una sola organización y comprometer a muchas compañías a partir de una misma campaña.

Uno de los ataques de cadena de suministro qué más repercusión tuvo en el último tiempo fue el que sufrió Kaseya, proveedor de servicios administrados, que se vio afectado por la distribución de una actualización automática maliciosa del software de gestión de IT, Kaseya VSA, que aprovechaba una vulnerabilidad zero-day y que permitió a los cibercriminales distribuir un ransomware en los sistemas de miles de clientes de Kaseya a nivel global.

4. RAT: Troyanos de acceso remoto

Un tipo de malware muy peligroso para las organizaciones por sus capacidades para espiar y robar información son los RAT o troyanos de acceso remoto. Este tipo de malware permite a los atacantes realizar una gran cantidad de acciones en el equipo comprometido. A través de comandos enviados remotamente pueden: robar credenciales almacenadas en el navegador y de apps de mensajería, ejecutar keyloggers que registran las pulsaciones de teclado, realizar capturas de pantalla, tomar fotografías, registrar audio, interceptar comunicaciones, o descargar otro malware en el equipo, entre otras.

Existen varios RAT en actividad, y muchos son variantes creadas a partir de la compra de malware en foros clandestinos. Algunos de los más utilizados por los cibercriminales son Agent Tesla, njRAT, WSHRAT, Remcos, entre otros.

Suelen distribuirse a través de campañas de phishing que incluyen correos adjuntos o enlaces maliciosos, mediante falsas aplicaciones o instaladores de programas, entre otras.

5. Ingeniería Social

Las técnicas de ingeniería social evolucionaron, sobre todo a medida que se fue ampliando la superficie de ataque con los procesos de digitalización. Hoy hablamos de ataques de ingeniería social que utilizan bots de voz para robar los códigos de verificación, campañas de vishing mediante apps de mensajería como WhatsApp para hacer llamar a las potenciales víctimas, pero también a través de mensajes. Lo mismo ocurre en redes sociales, donde los atacantes no solo utilizan perfiles falsos suplantando la identidad de amigos, contactos profesionales u organizaciones, sino que también utilizan técnicas como el scraping de seguidores para captar determinado perfil de usuarios.

Todo esto se potenció con el trabajo remoto e híbrido, ya que se borraron los limites entre el uso laboral y personal de la tecnología, lo que expone a las organizaciones a ser víctimas por el uso personal de la tecnología que hacen sus empleados.

Las estafas del tipo Business Email Compromise (BEC), que en español significa compromiso de cuentas de correo de empresas, es un tipo de fraude que se vale de la ingeniería social dirigido generalmente al área de administración y finanzas de una organización. Los atacantes se hacen pasar por un ejecutivo o el propio CEO de la compañía y solicitan una transferencia urgente a un proveedor, por ejemplo. Las BEC representan para las organizaciones más pérdidas que cualquier otro tipo de delito informático. En Estados Unidos, por ejemplo, el último año se registraron cerca de 20.000 denuncias de estafas del tipo BEC que derivaron en 2.4 mil millones en ganancias para los cibercriminales.

También han comenzado a reportarse en los últimos años ataques de deep fake y deep voice, en los cuales los atacantes utilizan software que se apoya en inteligencia artificial para suplantar a través de la imagen y/o la voz a personas reales. Como le ocurrió al gerente de la sede de una multinacional que fue víctima de este ataque de ingeniería social y transfirió a los atacantes 220 mil euros.

Conclusión

El ransomware es una de las amenazas que más preocupación genera a las empresas, sobre todo por su actividad en los últimos años, pero está claro que no es la única amenaza que apunta a empresas y organizaciones de América Latina y del mundo. Como explicamos en este artículo, existe otro tipo de amenazas que también representan un riesgo imporante que deben ser contemplados en las estrategias de prevención que cada compañía lleve adelante.

A continuación, compartimos una infografía en la cual resumimos cuáles son las 5 amenazas informáticas más peligrosas para las organizaciones más allá del ransomware.