El pasado 6 de marzo comenzó en Argentina el ciclo lectivo 2019. Desde hace no mucho tiempo, el inicio de clases viene acompañado por una práctica polémica que realizan los adolescentes en muchas de las ciudades de Argentina cuando se enfrentan el último año de educación secundaria; hablamos del festejo del Último Primer Día, comúnmente conocido por los adolescentes como UPD. El festejo consiste en armar una fiesta la noche previa al primer día de clases, usar un atuendo especial y concurrir a clase sin dormir.

Más allá de los problemas de seguridad físicos a los que se exponen muchos jóvenes que participan del UPD, que van desde la ingesta de alcohol hasta a travesías poco seguras por las calles de la ciudad (se han visto disturbios en plazas publicados por ellos mismos en redes sociales), la idea de este artículo es analizar este evento desde el punto de vista de la seguridad y hablar de los riesgos a los que se exponen los jóvenes como consecuencia de la sobreexposición en redes sociales a la que se someten en este tipo de fechas.

Si bien no es nuevo el fenómeno de querer compartir todo, es evidente que muchos usuarios siguen sin pensar detenidamente en la información personal que comparten en las redes sociales, la cual dudarían o inclusive se negarían a revelar a cualquier desconocido que la solicite de manera directa.

Hoy, saturadas de información, las redes sociales son un territorio ideal para cualquier cibercriminal que quiera reconocer o buscar inclusive a sus posibles víctimas, ya sea para ataques de ingeniería social tipo phishing o situaciones mucho más complejas y graves como el grooming.

Basta con realizar simples búsquedas en Instagram con el hashtag #UPD para ver imágenes y videos (públicos y accesible para cualquier usuario) de adolescentes mostrando sus disfraces o los festejos propios del día. Incluso mostrando acciones (sin entrar en juicio de valor en sí mismo) como la ingesta de alcohol vistiendo el uniforme del colegio y perfectamente reconocible; lo que seguro dejará una huella digital de esa persona que la hará fácil de rastrear -si alguien quisiese hacerlo- en el futuro cuando busque un trabajo o inclusive cuando quiera postular a una beca.

Ejemplo de una imagen publicada en redes sociales en la que se puede ver el rostro del joven celebrando el UPD.

También podemos encontrar imágenes de jóvenes descompuestos como consecuencia de la ingesta de alcohol, fácilmente reconocibles a partir de la cuenta en la que se publica el material; ya que también es común el uso de cuentas para toda la promoción de un mismo colegio en las que se publican y exponen a menores, que inclusive pueden llegar a tener sus cuentas configuradas de manera privada pero que aun así se ven expuestos en estos perfiles masivos.

Esto no solo es producto de las publicaciones de los chicos, también se produce una sobreexposición por parte de los propios padres (fenómeno conocido como “sharenting”) que  exponen a sus hijos mostrando disfraces o inclusive compartiendo videos de los festejos utilizando un hashtag tan popular como el de #UPD. Esto no hace más que exponer ese material al mundo, sin medir ningún tipo de impacto. Lo mismo cuando desde las cuentas oficiales de los colegios realizan una acción similar y exponen a las promociones que comienzan un nuevo ciclo lectivo.

Buscando los hashtags #UPD #UPD2019 encontraremos cientos de miles de resultados tanto en Instagram como en otras redes sociales, como Facebook, Twitter o Tik Tok, donde se pueden observar los mismos comportamientos.

Es importante entender también que el concepto de REDES, que son el centro de estas plataformas digitales, no promueven un estado de precaución, sino todo lo contrario. En general, el usuario baja la guardia en las redes sociales y pincha en un enlace solo por el hecho de guardar relación con lo que esta buscando, lo cual puede ser desde un simple hashtag hasta una promoción de algún lugar para organizar el festejo, que si bien pueden ser contenidos completamente reales, también pueden ser enlaces maliciosos con segundas intenciones.

Precauciones para contrarrestar los riesgos derivados de la sobreexposición

Hacer revisiones periódicas de la configuración de la privacidad en las redes sociales que se utilizan puede ser un buen punto de partida. Otra recomendación es limitar al máximo el acceso de personas que pueden ver lo que se está haciendo.

Al margen de esto, es importante tener en claro que al momento de realizar una publicación se pierde automáticamente el control de lo que pueden hacer otros usuarios con la misma. El problema de la viralización de una imagen sin nuestro consentimiento, iniciada por algún usuario que tiene acceso a nuestras publicaciones, es un problema común que puede generar graves consecuencias.

Tener cuidado con cualquier mensaje sospechoso, ya sea que contengan enlaces o que suenen demasiado buenos para ser verdad. Inclusive si un mensaje llega aparentemente desde una persona conocida diciendo, por ejemplo: “Te mando todas las fotos del UPD de hoy”.

Además, ser complemente escéptico con los extraños que nos envíen solicitud de amistad en las distintas redes. Con toda la información disponible de forma pública resulta sencillo para una persona con malas intenciones crear una personalidad afín simulando ser un alumno de otro grado o de una escuela cercana y que tenga publicaciones con el escudo del uniforme de su colegio, haciendo bajar las defensas del usuario y lo acepte.

En resumen, si bien somos seres sociales por naturaleza, recomendamos fuertemente que se haga un uso de las redes sociales de la manera más responsable posible.