En el último tiempo, el bitcoin alcanzó su más alto valor, apenas por debajo de los US$17,000, y actualmente los valores rondan cerca de ese récord. El aumento ha generado varios artículos en los medios y comentarios de expertos en finanzas. Pero antes de ver las razones detrás de dicho aumento, consideremos la infraestructura.

La sociedad separa sus residuos para reciclar e intenta ahorrar energía de varias maneras: algunos especuladores en criptomoneda podrían estar sorprendidos por las estadísticas del consumo de energía de la red de bitcoin, publicado por Digieconomist.

Para entender el problema del consumo de energía es importante tener un panorama conceptual de cómo funciona el bitcoin. El sistema comprende una cadena de bloques, un registro que contiene todas las transacciones y marcas de tiempo. Un nuevo bloque es creado cada 10 minutos, aproximadamente, por los llamados ‘mineros’. Estos son una red distribuida que calcula algoritmos complejos para crear bloques y extender la cadena. Cada minero intenta calcular el próximo bloque, y el primero en calcular un bloque válido lo distribuye a los otros mineros.

Los mineros reciben un pago por sus servicios a la red en bitcoins creados adicionalmente, diluyendo el valor de las ya existentes. Sin embargo, hoy esto no representa un problema, dado el continuo incremento de su valor, que hace que la dilución no tenga efectos negativos. Las actuales rentas que se pagan a los mineros son de $9.9bn (bitcoins) y el costo estimado de la minería es de $1.58 bn, haciendo de ella un negocio lucrativo y un motivo por el que a las personas les entusiasma crear mineros.

El consumo anual estimado de energía de los bitcoins es de 31.6 TW⋅h (Teravatios por hora), lo que representa más energía de la que Irlanda consume en un año. La electricidad consumida por solo una transacción es de 251 kW⋅h (kilovatios por hora), suficiente para dar energía a 8.49 hogares típicos en los Estados Unidos por día.

Si almuerzas en alguno de los tantos restaurantes que aceptan bitcoin, y el costo de esa comida es menor a $15, sería más el valor del proceso de pago que el del almuerzo. Utilizar el costo promedio de un kW⋅h en California, de acuerdo con Electric Choice, es de $0,1816, por lo que el costo de una única transacción de bitcoin rondaría los $45.

Los costos de energía no son los únicos presentes en una transacción: la red de bitcoin por sí sola tiene un impuesto que, de acuerdo al blog de Valve, el proveedor detrás de la red gamer Steam, se ha incrementado de $0.20 en 2016 a $20 por cada transacción hoy. Basado en esto y en la actual volatilidad en el valor, Valve ha decidido descontinuar la aceptación de pagos utilizando bitcoins.

La lógica indica que hay una falla seria en este modelo de negocio cuando miras los costos de energía y las tarifas por transacciones. Sin embargo, siempre y cuando el precio de los bitcoin continúe en aumento, aquellos que gastan con su recientemente hallada riqueza, podrían aceptar esta falla.

Con el gran interés generado alrededor del bitcoin, he estado preguntando a la gente que conocía si ellos poseen algún tipo de criptomoneda. Lejos de sorprenderme, he hallado pocos… ninguno que la utilice para transacciones diarias, sino mas bien inversores y especuladores en la búsqueda de una ganancia económica. Y aquí reside el problema: el valor de la moneda parece estar inflado por la demanda de organizaciones e individuos que buscan obtener una ganancia rápida.

Sir John Cunliffe, el subdirector del Banco de Inglaterra, fue citado en un artículo de la BBC con la siguiente frase: “los inversores deberían hacer su tarea y pensar cuidadosamente”. También apunta a la ausencia de un gobierno o banco central detrás del bitcoin, que no es una moneda oficial, y que debería en realidad ser vista como una mercancía.

La especulación sobre el reciente aumento en el valor es variado: Derek Thompson, un periodista de The Atlantic describe el incremento como un “paroxismo insostenible” y lo compara con la crisis de los tulipanes del siglo XVII. Nadie sabe realmente qué es lo que genera el aumento, aparte de la demanda, y un factor importante en esto puede ser que, hasta ahora, 16.5 millones de bitcoins han sido emitidos, y dado que en su actual formato teóricamente existe un límite de 21 millones, quizá la gente solo teme quedarse fuera.

Otro elemento importante en todo esto es la popularidad del bitcoin entre los criminales, dada su falta de regulaciones y su carácter pseudo-anónimo. El Tesoro inglés ha establecido recientemente que considera que las regulaciones contra el lavado de dinero deberían ser actualizadas e incluir al bitcoin junto con otras criptomonedas. El Detective Superintendente Nick Stevens, del Comando de Crímenes Graves y Organizados de la Policía Metropolitana, declaró que “la delincuencia organizada ha adoptado la criptomoneda tempranamente para evadir los controles de lavado de dinero tradicionales y las regulaciones establecidas”.

Me intriga saber si los especuladores que invierten en bitcoins han tenido en consideración que a medida que aumentan los precios también aumenta el valor para los criminales.

Aparentemente nos encontramos en territorio desconocido, la nueva era de la criptomoneda. Si bien existen problemas, por ejemplo con los intercambios monetarios desactivados por ataques DDoS, y la avaricia potencialmente jugando un rol en las actuales valuaciones afectadas por la inflación, existe la posibilidad de que haya verdaderos usos para la criptomoneda en un futuro. Cuando la burbuja especulativa del bitcoin finalmente explote, como lo hacen todas las burbujas, entonces será sólo una cuestión de tiempo hasta que una nueva moneda surja y que quienes van detrás de ella, esperemos, hayan aprendido de los errores de su antecesora.