La tecnología ha permeado en muchos aspectos de nuestra vida, modificando la manera en la que llevamos a cabo las relaciones interpersonales. Prácticamente cualquier actividad cotidiana ha sido influenciada por las nuevas herramientas a nuestra disposición, incluso el ejercicio de la sexualidad, tal como ocurre con el sexting.

Una vez que la información es compartida, se pierde el control sobre las fotografías o videos

Se trata de una práctica que cada vez tiene más arraigo, pero que al mismo tiempo puede representar distintos tipos de riesgos para quienes lo llevan a cabo, si lo hacen ignorando las amenazas que podrían afectarlos.

En esta publicación vamos a revisar aspectos relevantes del sexting, como su definición, los riesgos asociados y las consideraciones a tomar en cuenta para quienes elijan practicarlo.

¿Qué es el sexting?

Comencemos por lo básico, la definición. En sentido estricto el término deriva de las palabras en inglés "sex" y "texting", aunque en la actualidad ya no solo compete al intercambio de mensajes de texto con contenido erótico, pues también considera fotografías, videos u otro tipo de material de índole sexual, que pueda ser intercambiado a través de las nuevas herramientas tecnológicas a nuestro alcance, como redes sociales o aplicaciones de mensajería.

¿Qué consecuencias negativas puede generar?

Si bien el propósito principal del sexting es provocar un momento agradable, existen diversos riesgos asociados a la acción de compartir contenido íntimo con otras personas, desde daños a la reputación de quienes lo practican, chantajes o acoso, hasta afectaciones de mayor gravedad que pueden ser asociadas a delitos, como la pornografía infantil, cuando la práctica se lleva a cabo con menores de edad.

Todas estas consecuencias derivan de un solo suceso: la filtración del contenido compartido. Una vez que la información es compartida, se pierde el control sobre las fotografías o videos, que incluso pueden ser compartidas de forma viral en Internet. Pero la filtración no solo puede presentarse cuando alguna de las partes involucradas comparte la información; incluso si existe una relación de confianza con quien se practica sexting, las personas no están exentas de que el contenido pueda ser extraído de su dispositivo sin su consentimiento.

Por lo tanto, ya sea que el contenido se filtre accidental o deliberadamente, la información puede ser utilizada de distintas formas, dejando en desventaja a la persona por:

  • Daños a la imagen
  • Pérdida de intimidad
  • Pérdida de privacidad
  • Chantajes
  • Extorsiones/sextorsión
  • Acoso/ciberacoso
  • Delitos, como pornografía infantil

De hecho, en una encuesta que hicimos a nuestra comunidad de Latinoamérica el año pasado, descubrimos que el 30% de los participantes practicó sexting alguna vez. En el 56% de los casos fue a través de aplicaciones de mensajería instantánea como Kik, WhatsApp, Line y Snapchat, mientras que el 23% lo hizo a través de redes sociales, y el 15% en salas de chat.

Cuando les preguntamos por los riesgos que identificaban como asociados al sexting, nos nombraron los mismos que acabamos de listar, aunque aseguraron que toman medidas para protegerse:

Si bien esta práctica puede afectar a personas de distintas edades, los menores de edad son un público vulnerable. Quizá debido a la inocencia, los nuevos paradigmas en cuanto a la privacidad, por no medir las consecuencias, el desconocimiento de los riesgos o simplemente por exceso de confianza en el uso de la tecnología, es probable que los riesgos se materialicen.

Independientemente de las razones, por lo general los casos de sexting que terminan de forma desagradable también pueden asociarse con las víctimas de grooming, es decir, la acción donde un adulto contacta a un menor por Internet para ganar su confianza y amistad, con el fin último de abusar de él de distintas maneras.

Buenas prácticas para no verse afectado por el sexting

Hemos revisado que existen riesgos de seguridad relacionados con la práctica el sexting, sin embargo esto no limita que se siga llevando a cabo. Por ello, es mejor tomar precauciones y pensar con detenimiento antes de realizarlo, y al mismo tiempo tener en cuenta las prácticas que podrían evitar algunos de los daños antes mencionados. Por ejemplo:

  • Aplicar métodos para anonimizar el origen del contenido, a través de herramientas que permiten difuminar fotos o videos.
  • Evitar la exposición del rostro o rasgos particulares que permitan la identificación de la persona.
  • Ser cuidadoso respecto a quiénes tienen acceso al dispositivo de forma física y lógica.
  • Aplicar prácticas comunes como el bloqueo de los dispositivos.
  • Considerar aspectos técnicos, como la eliminación segura del contenido íntimo a través del borrado seguro de los datos.
  • Conectarse solo desde redes protegidas, evitando las de acceso público.
  • Revisar las aplicaciones y el software instalado en el dispositivo que puedan tener algún tipo de código malicioso que robe información.
  • Usar una solución de seguridad móvil que evite la infección con códigos maliciosos que roben información.

Sin duda, este es un tema relevante de la actualidad que considera la privacidad, el anonimato y el ejercicio de la sexualidad desde una perspectiva de los derechos de las personas plasmados en el ámbito digital. Por ello, es necesario pensar antes de practicarlo y, en caso de hacerlo, procurar que sea de manera segura.