Cuenta la historia que en 1947, en el estado de Virginia, Estados Unidos, se encontró un error en la computadora Harvard Mark II, una de las primeras programables del mundo. Un equipo se puso a investigar y descubrió que había quedado atrapada una polilla en un relé de la máquina. Quitaron el insecto y lo pegaron con cinta a un diario de navegación con la leyenda: “Primer caso real de un bug (insecto) encontrado”.

"Me decían que las computadoras servían para hacer cálculos, no escribir programas. Hizo falta mucha persuasión"

A la contraalmirante de la Marina de Estados Unidos Grace Hopper, que trabajaba en esa máquina, le gustaba tanto la historia del insecto que solía contársela a sus amigos, colegas y conocidos, por lo que se la asocia fuertemente a la idea de los bugs o errores informáticos y el debugging. Por eso, además de ser una de las pioneras de la era informática, también es la autora de una (o varias) de las frases más conocidas.

Bueno, en realidad no las dijo. El uso específico de “bug” para referirse a “un problema técnico” es una de las citas erróneas más famosas del campo de la informática (en particular, de la programación), puesto que data de mucho antes de que Hopper lo utilizara.

El “mito de la polilla”, decía Fred R. Shapiro en su artículo Etymology of the Computer Bug: History and Folklore publicado en 1987, “se está convirtiendo muy rápidamente en el elemento más conocido del folklore etimológico de nuestra época”. Aunque Shapiro no niega que se haya encontrado una polilla en 1947, cree que se habla de debugging desde mucho tiempo antes, incluso desde 1889 (uso que se atribuye al inventor estadounidense Thomas Edison).

Más allá de la veracidad de esta historia en particular, lo que sí son ciertos son los avances innovadores de Hopper en el campo de la informática. Por ejemplo, desempeñó un papel crucial en la creación del primer compilador, que es un programa que transforma el código fuente en un lenguaje que la computadora puede entender y ejecutar.

Al respecto, Hopper manifestó: “En 1951, nadie creía que se pudiera compilar… yo tenía un compilador que funcionaba pero nadie lo tocaba, porque, según me explicaban, las computadoras solo servían para hacer cálculos, no para escribir programas. Hizo falta mucha persuasión para que lo probaran”.

Hopper, que en 1934 se convirtió en la primera doctora en matemáticas mujer en los 233 años de historia de la Universidad de Yale, título otorgado por su tesis New Types of Irreducibility Criteria, hizo otras innovaciones; entre ellas se encuentra el revolucionario FLOW-MATIC, un lenguaje de programación que permitió despegar la computación de sus raíces (y limitaciones) matemáticas y llevarla hacia un entorno más complejo y humano. En términos simples, les enseñó a las computadoras a entender inglés.

Este lenguaje fue el precursor del COBOL (Lenguaje Común Orientado a Negocios), un lenguaje de computación revolucionario que se empezó a utilizar en todas partes y que constituyó un gran avance a partir de las bases sentadas por el lenguaje FLOW-MATIC. Aunque a Hopper se le atribuye erróneamente la creación de COBOL, al igual que la de los términos referidos a los bugs, sí es cierto que tuvo un papel esencial en la presentación de los fundamentos del lenguaje; por lo tanto, si bien se la suele llamar “la madre de COBOL”, sería más acertado decirle “la abuela de COBOL”.

No obstante, el legado de Hopper no se limita a estos logros, sino que es mucho más vasto y se extiende más allá de la computación. El equipo que realiza el documental sobre esta precursora que se estrenará próximamente, y cuyo título provisional es Born with Curiosity (Nacida con curiosidad), considera que su vida no solo ha coincidido con el “nacimiento de la industria de la tecnología moderna y la evolución del rol de las mujeres en la sociedad estadounidense”, sino que también los ha favorecido.

Un ejemplo de este legado es la conferencia Grace Hopper Celebration, que se celebra todos los años desde que Anita Borg y Telle Whitney, doctoras en ciencias de la computación, la fundaron en 1994. Hoy en día, es la conferencia técnica más importante de su tipo, cuyo propósito es unir a mujeres del mundo de la tecnología para que “aprendan, intercambien ideas y se sientan inspiradas”.

“Lo que más me sorprende de Grace Hopper es que podría haberse desviado una y otra vez del camino que siguió”, reflexiona la investigadora de seguridad de ESET Lysa Myers. “Creció en una época en la que las mujeres se excluían de muchas de las actividades que ella quería hacer y, por su cuerpo menudo, no podía alistarse en la marina sin un permiso especial. Pero no se acobardaba. Valiéndose de su fuerza, pasión y creatividad, cambió drásticamente el mundo de la tecnología”.

No hace falta decir que este carácter inquisitivo es otro aspecto clave de su legado. Según cuenta otra historia, cuando tenía siete años, a Hopper le intrigaba el funcionamiento del reloj despertador. Con la curiosidad al máximo, desarmó siete despertadores para descubrir qué era lo que ocurría detrás de las manecillas. ¿Qué aprendería? ¿Qué comprendería sobre los relojes? ¿Qué podría cambiar? De adulta, se plantearía preguntas similares sobre los problemas que enfrentaría en su vida personal y profesional.

“El ser humano es alérgico al cambio”, dijo una vez. “Le encanta decir ‘Así es como lo hicimos siempre’. Yo intento luchar contra eso. Por eso tengo un reloj en la pared que funciona en el sentido contrario a las manecillas del reloj”. Como lo demostró FLOW-MATIC y luego con COBOL, todo es posible si uno realmente se lo propone.

Este esfuerzo por superar todos los límites es el que nos ha permitido cambiar una máquina de 16 metros de largo, 2,5 de alto y 5 toneladas –el ASCC o Harvard Mark I de IBM–por un aparato que cabe en “la esquinita diminuta de un chip”, algo sin dudas impresionante.

Puede que Hopper no haya descubierto el primer bug informático, que no haya acuñado el término debugging ni que tampoco haya escrito el lenguaje COBOL, pero sí encontró una polilla real y creó este relato entrañable. También posibilitó la existencia de COBOL al sentar nuevas bases para la programación. Si a eso le agregamos el entusiasmo por programar y el deseo de que el lenguaje de la informática fuera más accesible, es sencillo entender por qué se la considera uno de los genios de la era informática.

Alguna vez, Hopper filosofó: “Un barco que está en el puerto, está seguro. Pero no es ese el verdadero propósito del barco”.